Cierta vez, en Navadvipa, inmerso en un profundo arrebato devocional, Sri Caitanya comenzó a gritar:
“¡Oh Mi padre Pundarika! ¡Oh Mi padre Pundarika! ¿Cuándo te veré otra vez?”
De esta manera, el Gran Maestro comenzó a revelar Su profundo amor por uno de Sus más íntimos compañeros. Ninguno de los devotos comprendía el significado, pero estaban seguros de que esa personalidad tenía que ser un asociado muy confidencial del Gran Maestro. No dejaban de preguntarse quién sería ese Pundarika. Cuando el Gran Maestro salió de Su éxtasis, los devotos indagaron:
“¿Por quién te lamentabas? ¿Quién es esa persona? ¿Qué hace? Por favor, dinos para que tengamos la dicha de conocerle”.
“Ustedes son sumamente afortunados por sentir el deseo de conocerle y escuchar acerca de él”, contestó el Gran Maestro.
“Las actividades y el temperamento de Pundarika, son exclusivamente puros y maravillosos. Simplemente por escuchar su nombre, el mundo entero sería purificado. Aparenta ser un hombre ordinario, y esconde por completo su verdadera identidad como un devoto exclusivo del Señor. Es un erudito muy sabio”.
Sri Caitanya continuó: “Pundarika es un Brahmana oriundo de Chattagrama, en el Distrito de Bengala Oriental. Lleva a cabo sus deberes religiosos con devoción plena y es respetado por todos.
Flota perennemente en el océano del amor por Krsna y su cuerpo exhibe constantemente diversos síntomas extáticos, tales como estremecimientos, llanto, temblores, y otros síntomas. Se sentía muy herido cuando veía la falta de reverencia de la gente hacia el sagrado Ganges, lavando allí sus bocas, ropas, enseres y otras cosas inmundas. Él jamás entró en el Ganges para darse un baño como hacían los demás, y evitaba tocar las aguas con sus pies. Para eludir las multitudes, visitaba el sagrado Ganges tarde en la noche para ofrecer sus respetos”.
El Gran Maestro prosiguió: “Por favor escuchen acerca de otra maravillosa característica de Pundarika. Él siempre bebe agua del Ganges antes de adorar al Señor. Jamás lleva a cabo ningún deber religioso sin antes tocar las sagradas aguas del Ganges. Actualmente reside en Chattagrama, y pronto vendrá a Navadvipa.
Debido a su apariencia extraordinariamente suntuosa, nunca podrán reconocerle como un devoto, ya que fácilmente se le confunde con un rico materialista. Me siento muy afligido porque no puedo verle. Así que por favor, tráiganle aquí cuando llegue a Navadvipa”.
Una vez, más Sri Caitanya se sumergió en profundo éxtasis y comenzó a exclamar:
“¡Mi padre Pundarika! ¡Cuándo veré a Mi padre Pundarika!”.
En realidad, el Gran Maestro estaba llamando “Padre” a Pundarika Vidyanidhi, mientras permanecía absorto en el profundo sentimiento de Sri Radha. Por lo tanto, se le considera como el padre de Sri Radha, el Rey Vrsabhanu de Vraja. Cuando Sri Caitanya se lamentaba de esta manera, Pundarika inesperadamente decidió visitar Navadvipa. Arribó allí con muchos discípulos, pero permaneció de incógnito. Todo el pueblo de Navadvipa consideró que era un materialista derrochador, totalmente dedicado al disfrute suntuoso. De esa manera, Pundarika permaneció en Navadvipa, pero a los ojos del público ordinario, no era más que un disfrutador mundano.
Mukunda Datta
Nadie, con excepción de Mukunda, sabía que Pundarika Vidyanidhi se encontraba en Navadvipa. Como era oriundo de Chattagrama, Mukunda conocía las cualidades y el insondable amor devocional de Pundarika. Cuando se enteró de la llegada de Pundarika, su gozo no tuvo límites. A la primera oportunidad, Mukunda le dijo a su querido amigo Gadadhara Pandita: “Escucha Gadadhara, perennemente anhelas la asociación de un devoto puro. Ahora, un gran devoto ha llegado a Navadvipa. Pienso que hoy tu deseo será colmado. Hoy te llevaré a ver a ese devoto extraordinario, y como muestra de agradecimiento, espero que me permitas convertirme en tu sirviente”
Cuando Gadadhara Pandita escuchó la noticia, se llenó de entusiasmo y se sintió ansioso por conocer a este gran devoto del Señor.
Cuando llegaron donde Pundarika, éste se encontraba cómodamente sentado en un lujoso sillón, pero se levantó de inmediato para saludar a Mukunda y a Gadadhara, ofreciéndoles a continuación asientos suntuosos. Gadadhara Pandita ofreció sus respetos y ocupó su asiento. Al ver la refulgencia de Gadadhara Pandita, Pundarika le preguntó a Mukunda, “¿Cómo se llama y cuál es su procedencia? Puedo ver que es un gran devoto del Señor.
El servicio devocional
Mediante el servicio devocional al Señor Visnu, su figura y su porte se han tornado sumamente hermosos y encantadores de contemplar”. Mukunda contestó: “Su nombre es Gadadhara, el hijo de Sri Madhava Misra. Desde su niñez, tuvo completo desapego por la vida familiar y se dedicó de lleno al servicio devocional. Sólo se asocia con los devotos. Cuando escuchó hablar de usted, sintió un profundo deseo de conocerle”.
Un príncipe real
El gran devoto Pundarika parecía un príncipe real. Su cama, hecha de metal, estaba primorosamente tallada en bronce y exquisitamente decorada con lámparas colgantes. Él se reclinó en la valiosa cama cubierta de sedas acentuadas con detalles de cordones; descansando su espalda en almohadones de seda bordados. Una lujosa y elegante cortina en el fondo agregaba aún más dignidad a su esplendor. El exquisito mobiliario de teca, dispuesto en un estilo clásico y elegante, era una verdadera obra de arte. Dos espejos bellamente enmarcados y soberbiamente decorados con filigranas de oro, adornaban los lados. Ocasionalmente, Pundarika se miraba en ellos y sonreía. A cada lado, y a su alcance, había unas enormes jarras doradas con agua. Los exóticos arreglos florales esparcían su fragancia, dándole un toque final a la seductora atmósfera, haciéndola aún más celestial. Frente a él se había colocado un plato dorado lleno de especias dulces, y sus labios habían enrojecido al mordisquearlas.
Pundarika estaba todo decorado
Su frente estaba decorada con Tilaka brillante, hecha de aromática pasta de sándalo. Sus cabellos eran rizos y habían sido ungidos con aceites perfumados de dulce fragancia. Llevaba finas vestimentas de seda que resplandecían delicadamente. Estaba decorado con exclusivas gemas de brillo excepcional, y joyas de exquisitos diseños. Sus suaves y cuidadas manos estaban magníficamente decoradas con anillos de valiosas gemas, los cuales rutilaban cuando sus manos se movían llenas de gracia. Se veía sumamente majestuoso mientras jugaba con su bigote sin cesar. Dos de sus sirvientes le abanicaban ininterrumpidamente con plumas de pavo real. Parecía el Cupido personificado. Toda la decoración interior y los diversos enseres, formaban un conjunto encantador, fastuoso y de un gusto particularmente exquisito. En conjunto, el decorado era un espectáculo digno de contemplar.
Gadadhara Pandita, renunciante por naturaleza, se sintió cohibido al observar el ambiente suntuoso y la majestuosa opulencia de Pundarika. Se volvió receloso y al instante, ciertas dudas acerca del carácter de Pundarika entraron en su mente:
“¿Qué clase de devoto es éste que vive con tanto derroche en una atmósfera tan lujosa? Cuando me hablaron de él, sentí profundos deseos de conocerle. Pero ahora, al ver este disfrute, todos estos placeres, extravagancias y opulencias, estoy confundido y dudo”. Al comprender lo que pasaba por la mente de su amigo Gadadhara, Mukunda aprovechó la oportunidad para revelar la verdadera identidad de Pundarika, cantando un verso del Srimad Bhagavatam.
Las canciones de Mukunda
Muy melodiosamente, Mukunda comenzó a cantar acerca de la inconcebible compasión de Krsna con la demonia Putana: “¿Quién puede ser más misericordioso y tolerante que Krsna, quien le concedió a la demonia Putana la elevada posición de una nodriza? ¡Oh mi Señor! ¿Cómo no refugiarme en Ti? Tú liberaste a la bruja Putana, quien vivía sedienta de la sangre de niños pequeños. Tan infiel e inmisericorde era, que preparó un letal veneno y untó con él sus pechos con la perversa intención de amamantarte, y de ese modo, darte muerte. ¡Mi Señor! Aun así, Tú le concediste la sublime posición de una de Tus nodrizas, simplemente porque llegó con aparente afecto maternal para amamantarte con su leche, letalmente venenosa. ¡Oh! ¿Cómo podría comprender este misterio?”.
El amor extático
Tan pronto como las conmovedoras y emotivas palabras de Mukunda rozaron sus oídos, Pundarika Vidyanidhi fue arrebatado por el amor extático a Krsna, causado por su propia compasión. Lágrimas de gozo agitaron sus ojos y bañaron sus mejillas como las olas del Ganges. Cayó de su asiento y rodó por el suelo llorando profusamente. Comenzó a exhibir ilimitados y sensacionales síntomas de devoción. Sollozaba, rodaba por el piso, se estremecía, temblaba, rugía, gritaba, y por último, cayó sin sentido. Al observar esta inesperada y emocionante escena de amor divino manifestada por Pundarika, Gadadhara Pandita palideció y quedó estupefacto. De improviso, Pundarika recuperó el conocimiento y gritó: “¡Habla! ¡Habla Mukunda! ¡Continúa hablando!”
Emociones del Éxtasis
Luego, el insigne Pundarika, totalmente agitado por las emociones del éxtasis, comenzó a patear todo lo que estaba a su alcance. Los suntuosos ornamentos y enseres se estrellaron contra el piso, cuando él, totalmente enloquecido, comenzó a patearlos. Las glamorosas decoraciones y los brillantes ornamentos de bronce se esparcieron por doquier en el suelo. Las lustrosas jarras de agua y los platones exquisitamente decorados llenos de especias dulces, se precipitaron contra el suelo originando un completo desorden. Los exóticos arreglos florales volaron por el aire y las flores se desparramaron cual místicas ofrendas enviadas desde el cielo. Las brillantes almohadas de seda y los magníficos almohadones bordados, también volaron por los aires. Pundarika continuó rodando por el suelo llorando y sollozando. Rasgó sus costosas vestimentas de seda, y como un loco se halaba el cabello que había sido arreglado con tanto esmero. Su hermoso rostro encantador se volvió todavía más atractivo y glorioso cuando comenzó a exclamar:
“¡Oh Krsna! ¡Oh mi Señor! ¡Oh alma de mi vida! Tú has hecho mi corazón duro como una roca”, gritaba Pundarika, cayendo pesadamente al suelo. Luego, comenzó a golpear su pecho, lloraba lastimeramente y exclamaba a toda voz: “¡Oh encarnación supremamente misericordiosa! ¡Tú me has privado de Tu asociación!”
Llorando de esta manera, comenzó a temblar violentamente y volvió a patear todo lo que estaba al alcance de su vista. Sus discípulos y otros devotos, no lograban controlarle. Como no sabían qué hacer en semejante situación, se preocuparon seriamente. La tormenta de amor extático continuó por largo tiempo. Finalmente, cayó inconsciente al suelo y permaneció en ese estado de bienaventuranza espiritual, sin respirar. Cayó en un profundo trance de éxtasis que duró seis horas.
Gadadhara Pandita
Gadadhara Pandita estaba desconcertado y profundamente preocupado, pensando: “¡Oh, qué inauspicioso se ha vuelto mi destino! ¡Oh mi Señor! He cometido una grave ofensa contra Tu devoto exclusivo”. Cavilando de esta manera, Gadadhara Pandita abrazó a Mukunda: “¡Eres un verdadero amigo, Mukunda!”, exclamó Gadadhara llorando a lágrima viva. “Me has presentado un devoto sumamente exclusivo del Señor. Ciertamente uno se purifica al ver este comportamiento devocional. Es muy difícil encontrar en toda la creación a un devoto tan magnánimo como Pundarika”. Gadadhara Pandita continuó:
“¡Mukunda! Hoy me has salvado del grave peligro de cometer otras ofensas, porque tú estabas a mi lado. Cuando vi todas esas suntuosidades y adornos exóticos, estaba totalmente convencido de que era un devoto materialista, condicionado por los placeres mundanos. Captando la contaminación de mi mente, tú me has revelado, por tu gran bondad, las profundidades y la inmensidad del amor por Dios de Pundarika Vidyanidhi. ¡Oh mi querido Mukunda! Hoy he ofendido a este gran devoto. Sólo por tu misericordia, este horrendo comportamiento mío ha sido atenuado. Puesto que tú me has presentado a este devoto tan ilustre, yo aceptaré de él la iniciación espiritual y seguiré sus instrucciones en el servicio devocional”.
Algunas horas después, Pundarika Vidyanidhi recuperó el conocimiento.
Gadadhara y Pundarika
Cuando Pundarika Vidyanidhi vio que Gadadhara Pandita lloraba incesantemente, empapando sus vestimentas con lágrimas de arrepentimiento, abrazó a Gadadhara Pandita de inmediato. Comprendiendo lo que Gadadhara pensaba, Mukunda dijo:
“La duda surgió en la mente de este joven devoto cuando vio su exótico y mundano entorno. Él es un devoto excelente. Aunque muy joven, es muy maduro. Él necesita desesperadamente un maestro espiritual eminente como usted. Por favor, Maestro mío, tome en consideración mis pensamientos y otórguele iniciación a este joven en un día auspicioso”. “El Señor ha dispuesto que conociera a un devoto tan excelso como Gadadhara”, replicó Pundarika sonriendo, ésa es mi gran fortuna. Debido a los méritos piadosos que he acumulado, ahora se me ofrece la oportunidad de tener un discípulo consagrado como Gadadhara. Ciertamente complaceré tu deseo. En el doceavo día de la luna creciente, cumpliré tu intenso anhelo”, afirmó Pundarika con un corazón regocijado.
Cuando él y Mukunda se despidieron y ofrecieron sus respetos a los pies de Pundarika, Gadadhara Pandita se sintió inmensamente feliz. Mukunda y Gadadhara Pandita informaron a Sri Caitanya del arribo de Pundarika y le relataron su conmovedor pasatiempo con él. Cuando Sri Caitanya El Gran Maestro, escuchó las nuevas, se llenó de júbilo. Pundarika Vidyanidhi, dejando a sus discípulos, fue a ver al Gran Maestro en la noche, sin que nadie lo viera.
Pundarika y el Gran Maestro
Cuando Pundarika vio a Sri Caitanya, una corriente de amor extático sacudió su cuerpo y se postró en el suelo cuan largo era para ofrecer sus respetos. Inmerso en las oleadas del éxtasis, permaneció en el suelo durante algún tiempo. Poco después recuperó el sentido y comenzó a llorar, exclamando: “¡Oh Krsna! ¡Oh mi querido Krsna! Tú eres mi Señor y mi padre. Soy un gran ofensor a Tus pies de loto. Por favor castiga a este indigno miserable. Tú has liberado a todos en este mundo, pero a mí me has privado de Tu gracia”. Al escuchar estos lastimeros gritos de Pundarika, todos los devotos allí reunidos estallaron en llanto.
El abrazo del Gran Maestro
Sri Caitanya, quien de manera especial se siente atado por el amor de Sus devotos exclusivos, y quien ahora se encontraba una vez más con este devoto tan querido, abrazó fuertemente a Pundarika y comenzó a llorar: “¡Oh Mi Padre Pundarika! Por fin has venido!” Mientras Sri Caitanya abrazaba a Pundarika, se empaparon mutuamente con sus lágrimas de gozo. Sri Caitanya continuaba abrazando a Pundarika como si quisiera fundir Su cuerpo en el cuerpo de Pundarika. Permanecieron como una estatua, abrazándose durante largo tiempo. Luego, ambos, cayeron en éxtasis y experimentaron un océano de bienaventuranza. Inesperadamente, Sri Caitanya salió de Su éxtasis y comenzó a derramar torrentes de lágrimas, y a gritar una y otra vez el Divino Nombre del Señor Krsna. Finalmente dijo: “¡Hoy se me ha bendecido inmensamente! El Señor Krsna ha sido muy misericordioso conmigo. Ha colmado un deseo que por largo tiempo había acariciado. ¡Finalmente me he reunido con la persona que Mi corazón anhelaba!”
La escena del encuentro de Sri Caitanya con Su devoto exclusivo Pundarika, fue verdadera mente encantadora y cautivante. Todos los devotos allí congregados quedaron atónitos al presenciar este conmovedor encuentro. Sus ojos no podían creer lo que presenciaban y las lágrimas manaban de ellos sin cesar. No hay pluma capaz de describir esa amorosa reciprocidad entre el Señor y Su devoto.
Devotos afortunados
Aquellos que presenciaron ese encuentro se consideraron sumamente afortunados. En sus corazones nació un profundo afecto por Pundarika Vidyanidhi y se sintieron muy cerca de él. Luego, Pundarika conoció al resto de los devotos, los abrazó a todos afectuosamente, y juntos realizaron extáticos Kirtanas. Poco después, Sri Caitanya declaró: “El nombre de este gran devoto es Pundarika Vidyanidhi. El Señor le ha enviado especialmente para distribuir amor por Dios”. Al escuchar estas asertivas y amorosas palabras de Sri Caitanya, los devotos se sumergieron en una felicidad sin límites. Respondieron levantando sus brazos y gritando a toda voz: “¡Hari, Hari!” Fue una escena maravillosa. Los devotos flotaban en olas de éxtasis, inmersos en el amor por Dios. Después de conocer a una personalidad tan excelsa y célebre como Pundarika, los devotos comenzaron a cantar, danzar y abrazarse unos a otros en la locura del amor por Krsna. Su felicidad no tuvo fin.
Iniciación con Pundarika
Mientras tanto, Gadadhara Pandita pidió permiso a Sri Caitanya para recibir iniciación de Pundarika Vidyanidhi: “¡Yo desconocía las excepcionales actividades y el comportamiento de este gran devoto, y le ofendí!”, explicó Gadadhara Pandita con profunda tristeza. “Ciertamente no hay otra manera de purificarme, excepto implorar iniciación de él. Por consiguiente, deseo convertirme en su discípulo”. Sri Caitanya apreció los sentimientos de Gadadhara Pandita y dijo: “¡Sí, debes hacerlo! ¡Hazlo ya!” Tanto Pundarika, el maestro espiritual, como Gadadhara, su discípulo, son devotos exclusivos del Gran Maestro Sri Caitanya. Todo aquel que escuche acerca de este encuentro extraordinario entre Gadadhara Pandita y Pundarika Vidyanidhi, muy pronto alcanzará la más excelsa bienaventuranza del amor por Dios.
Un día Pundarika Vidyanidhi y Svarupa Damodara fueron a ver una obra teatral. En la obra, los Pandas vistieron a Jagannatha con ropas almidonadas, sin lavar. Al ver esto, Pundarika se sintió indignado. Esa noche, mientras dormía, vio en su sueño al Señor Jagannatha y a Balarama. Los dos hermanos se aproximaron a él y comenzaron a abofetearle en ambas mejillas. El Señor Jagannatha le dijo: “¿Cómo te atreves a criticar la obra que Yo ordené?” En su sueño, Vidyanidhi lloraba pidiendo perdón. Cuando se levantó, vio en sus mejillas las evidentes marcas de los dedos de Jagannätha y Balarama, como prueba de que había sido abofeteado por los dos hermanos. A la mañana siguiente, Svarupa Damodara fue a levantarle y le dijo: “¿Por qué te has tardado tanto para ir a ver a Jagannatha? ¡Por favor, ve a contemplar al Señor Jagannatha!” Pudarika Vidyanidhi exclamó: “¡Hoy la mañana ha comenzado bien para mí! ¡Soy muy afortunado, porque las manos de loto del Señor han abofeteado mis mejillas!”.
En una de sus hermosas clases, Srila Guru Maharaj ha explicado:
“Gadadhara Pandita es la encarnación de Radharani, mientras que Pundarika Vidyanidhi es Vrshabhanu Raj, el padre de Radharani en el Krsna Lila.
Pundarika Vidyanidhi es un Paramahamsa. Diferentes devotos vienen a este mundo con un bhajan en particular.”
Srila Guru Maharaj continúa:
“A Gadadhara Pandita en su juventud le gustaba conocer sadhus. Una vez Mukunda le invitó a visitar a Pundarika y lo llevó ante él. Al ver a Pundarika sentado en una cama ricamente decorada, fumando, con sus cabellos arreglados, y ataviado con finas y bellas vestiduras; Gadadhara pensó: ¿Qué tipo de sadhu es este, al que Mukunda me ha traído a ver?
Mukunda sabiendo lo que pasaba por la mente de Gadadhara, empezó a cantar el siguiente verso del Srimad Bhagavatam:
aho bakiyam sthana-kala-kutam
jighamsayapayayad apy asadhvi
lebhe gatim dhatry-ucitam tato nyam
kam va dayalum saranam vrajema
(S.Bhag.3:2:23)
Ese verso es una conversación entre Uddhava y Vidura: ¿A quién debo adorar si no a Krsna? Él es tan magnánimo que otorgo a Putana la posición de una nodriza, aun cuando ella lo quería envenenar. ¿A quién debo ofrecer tanto respeto como a Él?’
Una gran conmoción
Ese sloka creó en el corazón de Pundarika una gran conmoción. Él dejo caer su pipa, rompió sus vestimentas, despeino su cabello y empezó a mostrar diferentes tipos de comportamientos extraordinarios. Rodando en el piso, Pundarika repetía constantemente la parte del verso: “kam va dayalum… saranam vrajema… aho bakiyam…” Eso hizo que Gadadhara Pandita reflexionara: ‘”Si el más pequeño sentimiento acerca de la magnanimidad de Krsna ha producido tal intensidad en el corazón de este devoto; entonces él debe ser un gran devoto. Al cambiar su concepción, Gadadhara empezó a comprender la excelsa posición de Pundarika Vidyanidhi.”