Cierta vez, cuando Srivasa estaba viajando, poco antes de llegar a Yajpura, él supo acerca de la partida de Gadadhara. Srivasa cayó inconsciente al piso y el vaisnava que lo acompañaba, agarrando sus pies, intento traerle de vuelta a sus sentidos. Cuando Srivasa regresó a la conciencia, pasó toda la noche ayunando, y a la mañana siguiente estaba muy débil. El devoto imploró a Srivasa que comiera, para tener fuerzas y poder ir a Gauda. Srivasa estuvo llorando por todo el camino.
Cuando llegó a Navadwip, Srivasa paró delante de la casa de Gadadhara y gritó su nombre desesperadamente. Él ayunó durante cuatro días más, pero por si mismo realizó que no podría hacer muchas austeridades con el estomago vacio. Así que colectó un poco de arroz y se sentó en las orillas del Ganges. En el octavo día él estaba más débil que nunca. Fue en ese entonces que se encontró con Vamsivadana Dasa, un devoto que también pasaba sus días en gran lamentación por la separación de Gadadhara Pandita. Srivasa se presentó diciendo: “Mi nombre es Srinivasa, soy de Yajigrama, y el Gran Maestro me instruyó que aprendiera el Srimad Bhagavatam de Gadadhara; pero como soy muy desafortunado, perdí mi chance.” Entonces, comenzó a llorar.